La vida se puso a
gozar
En su labio
Y crió un fruto
jugoso
Con propiedades de
ojo.
Jugó a deslizarse
Por sus mejillas
Y las untó de
mantequilla
Para el beso.
Un suspiro salía y
no salía
De su cintura a su
boca
Y acariciaba sus
flancos
Con estremecimientos
Fríos y ardientes
De primavera.
La vida, al cabo,
rompió
En sus ojos,
Y fue intensa muerte
de líquido verde,
Fue implacable la
vida de cuchillo de plata.
Eterna la escopeta
de pupila negra
Con grillete de
labio
Y paredes encaladas
de piel.
©
Luis de la Rosa
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