Olvidarse
de cuáles son tus deslealtades, tus desobediencias.
No
el perseguir espejismos; al menos los perseguiste.
Llamar
nada a lo que fue algo, pero no colmó, no cuajó
- Ahí decora, colgado en tu aire.
No
comprar tu alimento fresco porque lo viste sucio en el mercado
(Ya
sé que solo entrevemos, ya sé que solo entrevemos).
Desenchufar
el goce de algo con sentido, sólo porque no dio cosecha
(Mas
la cosecha interna fue real: goce y armonía).
No
hacer el viaje a tomar los frutos
-
Frescos, colorados- del amanecer en descanso
(Bañado
en mañana el cuerpo y en brasa de alba la mirada).
No
coger toda mora que te mire viva desde las cunetas.
Optar
por los cables de telégrafo que se deslizan hacia el horizonte
Y
renunciar al lecho del suelo
(Luego
siempre has fracasado: nunca has llegado al horizonte).
No
escuchar las voces inoportunas, no inquietarte por oirlas
Cuando
estás a otra música.
No
dibujar la forma entera de la maldad, para ver su corporeidad, su
curva,
Y
así no ser líquido en charcos separados.
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