domingo, 29 de abril de 2018

Fotos veladas

Vista desde la ventana en Le Gras, de Nicéphore Niepce (1826-27)



Escribo poesía calcando de inmediato
La tinta del momento; enjugando la sangre, fresca en el pañuelo,
Sobre la lámina blanca.

Soy incapaz de narrar, sin embargo:
El relámpago repentino
Ilumina la casa entera y su paisaje,
Pero al ponerme a dar paso a todo eso
Me encuentro de repente en un pasillo
De luz blanca cegadora:
¿Dónde están los cimientos?, me pregunto,
No tengo tampoco los ladrillos.
Hasta la imagen de la casa parece querer darme esquinazo
Y solo queda su sugestión, que pugna también por escapar
Y a la que agarro en vano para acceder a los datos completos
De la revelación que sin duda hubo.
Es como esa vida de los sueños,
Llena de ruido y furia y que tanto significa,
Cuando a veces aparca muy cerca de la frontera de la vigilia
En un momento en que la barrera está levantada
Y parece posible pescarla y así obtener su revelación
Para el yo consciente.
Sin embargo en un descuido se ha vuelto a escapar
Y solo queda la fresca luz vacua del día
Tratando de seducirnos con su piel joven para que nos olvidemos de la otra,
Más apasionada.

¿La catedral del logro está sumergida en el sueño?

Más probablemente, es un estado parecido
Al de los pioneros de la fotografía
Cuando en los años 1820 lograban impresionar imágenes
Pero no conservarlas.
Faltaba ese recorrido extra de conocimiento
Y todo eran fantasmas que huían, sueño que no se materializaba,
Pasos dados en la oscuridad en territorio que sabían nuevo
Y que después debían desandar con excitación enfriada
De pies mojados tras una caminata en la lluvia,
Y salir por donde habían entrado.

© Luis de la Rosa Rivera



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