Al otoño ya no le quedan ganas de vivir
Y sus fuerzas caen como la hoja,
Pero aún le queda por delante el vívido invierno.
La luz de otoño es cavernosa, alucinada.
La lluvia de otoño incita a caer con ella.
Pero aún falta una experiencia de enérgica realidad:
El terso sol de invierno,
La cercana compañía de su frío joven.
Las hojas han caído todas de mi árbol este nunca tan otoñal otoño.
He venido a parar a un bosque de troncos desnudos y cielo siempre
triste.
Le pega al número de mis años: cuarenta y siete es un número en
sombra.
La experiencia desvía ahora las aventuras como conocidos frutos
perniciosos
Y enfrente queda un erial solo suavizado
Por el enigma de la niebla.
Pero más allá de las matemáticas del otoño
(Experto en restas y en el cero multiplicando
Muchas cosas sumadas en tantos años),
La espera y el caminar aun sin luz son amigos de la vida.
Confía en que ella aún tiene un invierno intenso que ofrecerte
En el que el cielo mesetario se ilumine en el momento menos pensado
Y vuelvas a ganar el paisaje entero y tu cuerpo.
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