A la luz de esos dos
niños alegres
Que custodian su río
desde el puente,
La corriente que
llega a mi guijarro
Es de agua siempre
bien temperada.
De ello cuida bien el papel de plata
De tu voz
tintineante y cuarteada
Que calienta y
aquieta las palabras
Y el confín hacia
el que remonta el río.
En ese descansar de
la distancia
Que son tus ojos ahí
cerca, sentados,
Los ruidos solo son
trinos de pájaros,
Brincar de agua,
ronroneo del viento.
Cuando están serios
abren un abismo
De tu puente los ojos poderosos,
Pero el agua que
silba tu garganta
Siempre es dulce,
fiable, reposada.
©
Luis de la Rosa
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