martes, 25 de marzo de 2014

Paralelismos / El peñasco y el desierto






Prometeo

Hay cuatro leyendas referidas a Prometeo.
Según la primera, fue encadenado al Cáucaso por haber revelado a los hombres los secretos divinos, y los dioses mandaron águilas para devorar su hígado, que se renovaba eternamente.
Según la segunda, Prometeo, espoleado por el dolor de los picos desgarradores, se fue hundiendo en la roca hasta hacerse uno con ella.
Según la tercera, la traición fue olvidada en el curso de los siglos. Los dioses la olvidaron, las águilas la olvidaron, él mismo la olvidó.
Según la cuarta, se cansaron de esa historia insensata. Se cansaron los dioses, se cansaron las águilas, la herida se cerró de cansancio.
Quedó el inexplicable peñasco.
La leyenda quiere explicar lo que no tiene explicación.
Como nacida de una verdad, tiene que volver a lo inexplicable.

(Franz Kafka)


Y DESPUÉS

Los laberintos
que crea el tiempo
se desvanecen.

(Sólo queda
el desierto.)

El corazón,
fuente del deseo,
se desvanece.

 (Sólo queda
el desierto.)

La ilusión de la aurora
y los besos,
se desvanecen.

Sólo queda
el desierto.
Un ondulado
desierto.

(Federico García Lorca, Poema del Cante Jondo)

Franz Kafka, escritor checo en lengua alemana, 1883-1924, de enigmática prosa. Para mí, el mejor prosista del siglo XX; sin duda, uno de los mejores cuentistas de la historia. Sus narraciones adquieren misteriosamente un peso superlativo con poquísimos elementos: el peso de la angustia, del destino, de la impotencia.

Federico García Lorca, escritor, ante todo poeta, español, 1898-1936, nacido y asesinado en Granada. No solo para mí, el mejor poeta del siglo XX español, de enigmático verso. Sus poemas suben mágicamente a una altura de angustia, de destino, de fatalismo; a pesar de la sencillez de sus elementos.


miércoles, 12 de marzo de 2014

Traducción de Philip Larkin


Philip Larkin Quotes


Philip Larkin es el poeta de la experiencia preferido por los ingleses de la posguerra, y el que ha sido elegido como poeta oficial, por así decirlo, de un amplio periodo del siglo XX en el Reino Unido. Su poesía es clara y su paisaje, el nada sublime de todos los días para la gente corriente. Eso le hace cercano, accesible para muchos. El hombre detrás de los poemas era, al parecer, vitriólico y contradictorio, pero se quitaba esa máscara defensiva para escribir su lírica.
Me he decidido a intentar una traducción de un poema suyo al ver otra, en una antología, hecha por Francisco Rico. Y la razón es que, siendo una traducción muy digna y hasta graciosa, he sentido que (traduttore, traditore) traicionaba al original. El empeño que a veces uno pone en ser fiel a la palabra hace que se pongan trabas al mensaje. También el buscar la expresión castiza a veces traiciona el tono, porque no todo lo que significa lo mismo tiene las mismas resonancias. La traducción de Rico suena muy hispana, pero también a chascarrillo, a sarta de lugares comunes. Y Larkin es sencillo pero no va de gracioso en este poema: con un tono menor sarcástico pretende transmitir una sensación amarga. La traducción no debe dejar esto de lado. El título del poema en inglés es This Be The Verse. Se puede leer en este enlace  http://www.poetryfoundation.org/poem/178055.

 
He aquí mi traducción:



                                                                     Que así sea el verso

Tus padres te joden la vida
Aunque no lo pretendieran.
Te legan sus propias movidas
Y te crean otras nuevas.

Pero a ellos también los jodieron
Mamones de otra era
Que a veces eran violentos
Y otras, ñoños horteras.

La infelicidad se hereda.
Se ahonda como el fondo
De una playa poco a poco.
No procrees y sal de ella.


                                      

Seguro que hay muchos adolescentes, y adultos todavía luchando con su adolescencia, que se sienten atraídos (o en conflicto) con este poema.

sábado, 8 de marzo de 2014

Dos maneras







El poeta que sabe frente al que dialoga.

Lorca: el poeta que sabe.
Bécquer: el poeta que dialoga.

Un poeta que sabe no da explicaciones.
Un poeta que dialoga da explicaciones. ("no penséis que agotado su tesoro...")

Un poeta que sabe no duda. Da números ("La aurora de Nueva York tiene / cuatro columnas de cieno"). No habla consigo mismo para alumbrarse sino que sentencia con los ojos cerrados. Un poeta que sabe va de farol con la realidad. Le dice a la guitarra que la conoce mejor que ella, y, ante el silencio de ésta, anota su victoria.

Un poeta que dialoga, dialoga consigo mismo sobre todo, sobre todo con la parte de sí que no entiende, o que le ataca o le traiciona. También con la realidad: le lanza reproches, quejas, agradecimientos, peticiones. Con eso, nunca la atrapa, pero así se queda en el terreno adecuado de la lírica: el yo subjetivo.

Un poeta que sabe es admirable.

Un poeta que dialoga es accesible.

Los poetas que saben utilizan sobre todo aseveraciones, enunciaciones. También imperativos. Los que buscan, dialogan, utilizan más variedad de tonos: interrogaciones, enunciaciones, dubitaciones. También usan frecuentemente la segunda persona en sus verbos, además de la tercera. La tercera, para ellos, suele ser sinónima de la primera, lo cual jamás es el caso en los poetas que saben.

Un poeta que sabe tiene la piel curtida, acorazada. Da impresión de invulnerabilidad.

La piel suave o herida de un poeta que transparenta el proceso es un elemento más de su poesía.

Un poeta que sabe suele incluir otras voces en su poesía: terceras personas hablan y el poeta es su conocedor omnisciente. No son voces enigmáticas para el poeta, aunque puede que sí para el lector.

El otro tipo de poeta no suele tolerar otra voz en el poema que no sea la suya. Su voz puede no ser comprensible, pero sí es cálida, como el aliento humano.

Los poetas que saben con frecuencia crean artefactos perfectos. Uno tras otro.

Los que buscan se sienten incómodos con estos objetos redondos. Aunque los crean a veces, siempre parece que se alejan rápidamente de ellos, o que dejan un espacio para el aire, un vacío en  torno. Siempre tienen menos objetos perfectos que ensayos imperfectos.

A veces a un poeta imperfecto le gustaría ser un poeta perfecto. Los perfectos, sobre este tema, callan.