Los
políticos del establishment decían, cuando necesitaban
manipular las conciencias
O
dar un discurso ready made a los que querían acallarla:
“No
vamos a ocuparnos de esta cuestión”
—No
entraban en si dentro de la cuestión el tufo a podrido era
indiscutible
Porque la respuesta hubiera sido obvia—,
“No vamos a ocuparnos de este problema
Porque no es algo que preocupe a los
ciudadanos”.
Los partidos progresistas atacaron este
discurso
Con las armas de sus críticas aceradas,
Pero los ciudadanos que lo compraban ya
tenían su escudo
—Multifunción:
protege, impide ver y también que te vean tal como eres—.
Mucho después aparentemente,
Cientos de telediarios y focos de interés
pasajero más tarde,
En otro contexto totalmente distinto
Pero en realidad no tan lejano en el
tiempo,
Dijo el líder del partido progresista:
“Nuestra nueva estrategia
Es olvidarnos de esa cuestión” (que
algunos necesitan que abordemos)
“Y centrarnos en los auténticos
problemas de los ciudadanos,
Esos que ya teníamos apuntados en
nuestra agenda.”
(Los ciudadanos que tengan otros
problemas
Más vale que se callen intimidados
Por estos otros, que son mayoría).
Llegado a este punto, me desasosegó esta
pregunta:
Cuando esa cosa que, al ser transparente,
casi no se ve —la
honestidad—
La apartan unos y otros
Y parece que ya no le dejan espacio en
ninguna posición del espectro
¿Desaparece o queda abandonada en algún
lugar?
¿Adónde ha ido a parar?
Probablemente adonde no hay poder,
Un lugar que no le interesa a nadie
Y nadie intenta controlar.
Resiste en las vidas de las personas cuya
voz es ignorada
O a quien no le dejan siquiera articular
su lenguaje en voz,
Resiste en los compartimentos estancos
que escuchan y piensan
Pero no se montan en las palabras como si
fueran bólidos de chapa
—Útiles
para adelantar posiciones o atropellar—
Y no herbívoros que nos pueden conducir
a la verdad si los seguimos sin violentarlos.
Resiste en quienes no se ponen las
palabras como gafas de realidad virtual
—La
consigna tácita—
Sino que las contemplan hasta que
adelgazan
Y se ve por entre ellas la luz exacta del
día.
©
Luis de la Rosa Rivera