Me
lanza del suelo duro
Del
no sentirme
A
las alturas ventiladas del estar vivo
Cuando
ni los más trabajosos procedimientos lo conseguían,
Un
pequeño empujón de fuera a las emociones
Y
pierdo mi
elaborada lógica;
Vuelvo
a ser un alevín
En
el río joven,
Solo
empujado por la corriente saltarina
Y
sin nada propio dentro.
Y
qué felicidad y qué vergüenza.
©
Luis de la Rosa Rivera