sábado, 30 de abril de 2016

A la luz de esos dos niños alegres


A la luz de esos dos niños alegres
Que custodian su río desde el puente,
La corriente que llega a mi guijarro
Es de agua siempre bien temperada.

De ello cuida bien el papel de plata
De tu voz tintineante y cuarteada
Que calienta y aquieta las palabras
Y el confín hacia el que remonta el río.

En ese descansar de la distancia
Que son tus ojos ahí cerca, sentados,
Los ruidos solo son trinos de pájaros,
Brincar de agua, ronroneo del viento.

Cuando están serios abren un abismo
De tu puente los ojos poderosos,
Pero el agua que silba tu garganta
Siempre es dulce, fiable, reposada.


                                                                                                                                © Luis de la Rosa

domingo, 3 de abril de 2016

Los ojos certifican


Mis ojos certifican que hay heridas
Aunque el discurso aún no se ha enterado.
Mis ojos, que columpian su blandura
Al filo de un cuchillo camuflado.
El picor de mis ojos es más sabio,
Que toda la memoria en su muestrario.
La superficie dicta al docto fondo
Verdad que vale más que cien relatos,
Una verdad que grita y se apodera
De toda la conciencia de mi espacio
Con un alfilerazo insistente
En dos circulitos arrinconados.
Lo que no tiene lenguaje se impone
Al estanque hirviente articulado,
Al guardar la evidencia al vacío
Sin que la ambigüedad o lo dialéctico
Le roben el valor con puros cuentos.
Y en torno a mis globos oculares,
Un antifaz de calor que es ejército
Defiende de caerse al gigante.

                                                                                © Luis de la Rosa