sábado, 30 de abril de 2016

A la luz de esos dos niños alegres


A la luz de esos dos niños alegres
Que custodian su río desde el puente,
La corriente que llega a mi guijarro
Es de agua siempre bien temperada.

De ello cuida bien el papel de plata
De tu voz tintineante y cuarteada
Que calienta y aquieta las palabras
Y el confín hacia el que remonta el río.

En ese descansar de la distancia
Que son tus ojos ahí cerca, sentados,
Los ruidos solo son trinos de pájaros,
Brincar de agua, ronroneo del viento.

Cuando están serios abren un abismo
De tu puente los ojos poderosos,
Pero el agua que silba tu garganta
Siempre es dulce, fiable, reposada.


                                                                                                                                © Luis de la Rosa

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