Creía,
de más joven, que fue la modernidad, el progreso,
Lo
que trajo las películas de Pasolini o de Fassbinder,
La
música popular que soñaba con realismo
En
dirigirse a una masa popular imposible.
Lou
Reed invitando al lado peligroso,
Wim
Wenders llevando en camión
A
aquel hombre desnudo por Alemania.
Han
tenido que pasar décadas, ahora cincuenta años,
Para
que quede claro que fue el sueño
De
mayo del 68 el que trajo esa oleada
De
coraje en el talento, de modelado de vasijas sólidas
Fabricadas
a partir de la materia más líquida de la que están hechos los
sueños,
De
magma que rodó por toda la década siguiente
Borrando
cualquier límite a la libertad que encontraba
Trazado
en el suelo.
(A
nuestro claustro conventual, como siempre, llegó más tarde.
Invertido
quizás: en el 86
Nos
quedaba algo de la libertad que surgió en otros lugares en el 68,
Ya
enfriándose, es cierto).
Han
tenido que pasar décadas para ver
Cómo
en 1980 el vídeo mató a la estrella de la radio,
Y
Pluto, a la estrella de Prometeo.
Cómo
apagó su fuego, que había robado
—Apocopado
en Proteo, polimorfo por tanto—
De
dentro de cada uno de nosotros,
Para
dárnoslo y que a su luz viésemos nuevos caminos
En
la estela de la revolución de los 60.
Fue
aquella excepcionalidad la que desató
Tormentas
liberadoras.
En
el anticiclón actual, lo predecible es lo único posible
(Solo
prediciéndonos puede la industria vendernos,
Controlarnos,
exprimirnos).
Al
Godzilla mecánico le ha llevado unos lustros
Comerse
a todos los rebeldes,
Enfriar
el canal ígneo que abrieron,
Allanarlo.
Pero
señal de que lo está consiguiendo
Es
que el pueblo pida vulgaridad,
Pan
y circo sin más aditamento,
Mano
derecha con mano izquierda,
Aislamiento,
uniformidad, Gran Hermano
(La
app nos la hemos instalado voluntariamente
Sin
que nadie nos haya forzado).
También
desde el otro bando se ha buscado neutralizar al individuo:
De
nuevo consignas de grupo, ortodoxia de la heterodoxia
Tan
rígida como la que pretenden combatir,
Un
camino a seguir tan delimitado que no admite el baile del arte,
El
temblor de lo espontáneo.
Queda
una esperanza: si de entre el asfalto y las máquinas
—De
la nada, en lo que al pueblo se refiere—, surgió el 68,
Si
de entre la otra iglesia surgió Pasolini,
Otro
impulso igual de inexplicable puede volver a burlar
Cuando
haya un cambio de ciclo
—Hasta
que de nuevo reaccionen— a esos poderes implacables
Pero
rígidos de movimientos.
Quizás
ya esté ahora mismo camuflado como Wally entre unos thumbnails.
© Luis de la Rosa Rivera