lunes, 7 de diciembre de 2020

A los que no dan el perfil

 

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A veces, aunque tú sigas siendo persona,

Los que han de tratar contigo quieren un perfil

Y tu valor lo rechaza el molde.


No está aceptado porque no encaja en el perfil.

Podría decirse que esta frase pertenece al ámbito de lo meramente profesional

Y no debería afectarte,

Pero hay dos términos en ella: el perfil y tú,

Todo tú como persona, que, defectuoso,

No puede franquear ese marco imponente de acero.


Para el estado eres un ciudadano,

Pero es un amor interesado:

Solo te mira a los ojos y te lanza ese requiebro

Por ser una fuente de cobro.


Lo mismo los entes privados cuando te llaman socio.

El estimado en las cartas lo es solo por lo que viene después:

Cliente, propietario, abonado...

Incluso estimado señor parece indicar

Que solo alcanzas valor por ser señor de algo,

No por ser solo persona.


No es de extrañar que la gente busque acumular cargos de esos

También en su vida personal:

Marido, madre, líder,

Hijo, esposa, seguidor.


Así que alguien que es soltero, que no manda sobre nadie,

Que no tiene dinero que gastar o con el que contribuir,

No solo no tiene todo eso

Sino tampoco las palabras.

¿Y quién quiere lo que dan esas palabras si es todo falso? Sí, pero

Muchas manos apoyándose en ellas

Les han dado calor.

Lo humano parece residir en ellas más que en otras.

Mucha gente ha saltado sobre ellas para sentir

Que han escalado en valor

Al usar de su poder.

Y nosotros también caemos, y hablamos

Del perfil de alguien.

Y declaramos, al llegar a la tienda donde compramos el móvil,

Satisfechos al tragar las calorías de esa afirmación:

Soy cliente.


Pero yo meto este mensaje en una botella:


Estimada mujer, estimado hombre,

Estimada persona:

No te hablo aquí como lector, aunque si no supieses leer no estarías aquí

Sabe que tu valor es máximo, desde antes de los hechos.

Después de hechos malos tienes una tarea por hacer para redimirte

Pero sigues teniendo valor.

Mereces amor, es injusto si no lo tienes.

Descansa tus oídos de todas esas palabras pornográficas

Que son como alambres por encima de los cuales te hacen saltar

Dejando tu individualidad atrás.

Mira hacia lo oscuro que vive en tus párpados cerrados: tu valor sigue intacto ahí

Y no hay voces de sirenas.

Y recuerda que no se te ve mejor de perfil.

 

© Luis de la Rosa Rivera

 

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