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jueves, 14 de julio de 2016
viernes, 8 de julio de 2016
viernes, 1 de julio de 2016
viernes, 24 de junio de 2016
viernes, 17 de junio de 2016
viernes, 10 de junio de 2016
viernes, 3 de junio de 2016
viernes, 27 de mayo de 2016
viernes, 20 de mayo de 2016
sábado, 14 de mayo de 2016
sábado, 7 de mayo de 2016
Nosotros y nosotros
Personas que usan
nosotros
Y da calor en la
piel:
Unas investigadoras
en Biología vistas en la tele
—Nosotros
podemos vivir más tiempo—
Un escritor
humanista
—Somos seres
frágiles—
Humanos que no se
han abandonado a solo ser gente
—Nosotros nos
queremos mucho.
Pero hay gente que
también usa un nosotros
Que retuerce algo
fuera de nuestro campo de visión, el tubo de una sonda,
Y el calor no nos
llega.
—Nosotros
tenemos unos valores incompatibles con ellos.
Nosotros apoyamos
a los nuestros.
Hay un nosotros
grande y de luz del sol
Y uno pequeño y de techo bajo.
Y uno pequeño y de techo bajo.
©
Luis de la Rosa
sábado, 30 de abril de 2016
A la luz de esos dos niños alegres
A la luz de esos dos
niños alegres
Que custodian su río
desde el puente,
La corriente que
llega a mi guijarro
Es de agua siempre
bien temperada.
De ello cuida bien el papel de plata
De tu voz
tintineante y cuarteada
Que calienta y
aquieta las palabras
Y el confín hacia
el que remonta el río.
En ese descansar de
la distancia
Que son tus ojos ahí
cerca, sentados,
Los ruidos solo son
trinos de pájaros,
Brincar de agua,
ronroneo del viento.
Cuando están serios
abren un abismo
De tu puente los ojos poderosos,
Pero el agua que
silba tu garganta
Siempre es dulce,
fiable, reposada.
©
Luis de la Rosa
sábado, 23 de abril de 2016
lunes, 18 de abril de 2016
miércoles, 13 de abril de 2016
viernes, 8 de abril de 2016
domingo, 3 de abril de 2016
Los ojos certifican
Mis ojos certifican que hay heridas
Aunque el discurso aún no se ha enterado.
Mis ojos, que columpian su blandura
Al filo de un cuchillo camuflado.
El picor de mis ojos es más sabio,
Que toda la memoria en su muestrario.
La superficie dicta al docto fondo
Verdad que vale más que cien relatos,
Una verdad que grita y se apodera
De toda la conciencia de mi espacio
Con un alfilerazo insistente
En dos circulitos arrinconados.
Lo que no tiene lenguaje se impone
Al estanque hirviente articulado,
Al guardar la evidencia al vacío
Sin que la ambigüedad o lo dialéctico
Le roben el valor con puros cuentos.
Y en torno a mis globos oculares,
Un antifaz de calor que es ejército
Defiende de caerse al gigante.
©
Luis de la Rosa
lunes, 28 de marzo de 2016
miércoles, 23 de marzo de 2016
Don Quijotes y Sanchos
En esta entrada, y como homenaje a mi admirado Cervantes a poco del cuarto centenario de su muerte, presento unos cuantos textos en prosa sobre su obra magna. Son visiones desde distintas perspectivas y por lo tanto se contradicen. Lo cual, en arte, no quiere decir que no sean todas reales. Y todas imaginarias.
Todo escritor es como Don Quijote: decide embarcarse en una aventura
imaginaria por las vías de la realidad, pero trastocando las normas
de esta. Todo escritor, salvo el muy comercial.
Todo escritor es como Don Quijote y Sancho a la vez: en busca de
una transformación fantasiosa para cada objeto, y en busca de algo
real. O mejor: un escritor se lanza a la aventura cuando descubre la
posibilidad de que las ventas se conviertan en castillos, cuando ve
que Aldonza es ya Dulcinea en algunos momentos suficientemente
translúcidos. Y decide posponer el viaje cuando es un Sancho que
prefiere esperar a ver el sentido último, el que será real,
descartando las posibilidades de transformación actuales; porque
quizás Sancho es demasiado ambicioso, quiere la ínsula de la
perfecta síntesis de lo real produciendo lo metafórico que a su vez
explique o refleje con justeza toda la realidad. Un empeño
quijotesco. Don Quijote es un perfecto loco de su tiempo y por eso
triunfa del anonimato. Sancho, c'est moi.
Sancho prefiere vivir la vida y que su no escribir el momento sea
como corregirlo para el siguiente. Los atardeceres serán más
afilados en verdad cada día. Un pequeño detalle sobrepasa su
astucia: se necesitaría otra vida, después de vivir la vida, para
recoger la clave auténtica y volver a acompañar los actos desde el
principio con ella. Y con esa clave seguramente escogería triunfar y
no escribir.
Sólo es posible que don Quijote y Sancho fueran la misma persona. Si
no, una novela tan subjetiva, tan de conciencia como el Quijote no
tendría sentido. ¿Cómo podría don Quijote vivir sin falsedad el
viaje de su conciencia con un otro, y además un otro castellano,
fiscalizándolo y amenazándolo? No, la cohesión de los pareceres de
ambos personajes es la de una sola alma, y toda la novela en realidad
es el viaje de un alma con los otros no entrando jamás como sujetos
en la historia. El único sujeto castellano que aparece es, justo al
final, Sansón Carrasco, para matar el alma de don Quijote.
Cervantes, él mismo malcasado, imagina el ingenioso ardid de un
enjuto cincuentón soltero por lanzarse a los campos en una vida de
vagabundeo con otro hombre, de generosas y rubicundas carnes sin
duda, que, este sí casado, deja a su mujer sin mucha vacilación
para entregarse a esta aventura. En las ventas resulta escandalosa
esta pareja de hombres que llegan emparejados y tienen tan buena
relación, y les maltratan verbal o físicamente bajo distintos
pretextos que ocultan lo que no se puede decir. Sí, don Quijote
habla de una dama de nombre Dulcinea, a la que pone como pantalla;
pero viviendo ella en El Toboso, es decir, a un tiro de piedra, se
las ingenia para no ir él mismo y manda a Sancho a visitarla, como
si así ya se hiciera el paripé. Sancho debía de ser muy gracioso,
tanto de dicción como de gestos, y por eso el duque y la duquesa
quisieron atraerlo a su "ínsula" para divertirse con su
chispa unos días, al tiempo que le hacían la burla que veían
lógica en estos casos. Por cierto: conmovedora promesa de Alonso a
Sancho de hacerle gobernador de una ínsula, lo más cercano a lo que
ahora hace un hombre cuando promete a su chica hacerla una princesa o
tratarla como a una reina, de ponerle piso, de darle regalos para
agasajarla. ¿Cómo dudar que el amor cortés Alonso no lo aplazó ni
lo vio frustrado en la esquivez de Dulcinea, sino que lo cumplía en
el día a día con su fiel escudero? Lo que pasa es que, como en el
Retablo de las Maravillas, cualquier persona que viera el
vicio nefando al desnudo al leer la obra quedaría señalado a su
vez, no como judío o hijo bastardo, sino como esa otra condición
"tan común en estos tiempos" también.
Al final el cura y las otras fuerzas conservadoras del pueblo
consiguieron, tras varias tentativas, poner fin a este escándalo
intolerable protagonizado por alguien de su pueblo, y traer al buen
señor a su casa. Y este, que ya no podía persistir en su locura,
vio por fin con cordura que ningún lugar ni ficcional ni físico
había en esos tiempos para sus anhelos y no sintió ya ganas de
seguir viviendo. Vale.
©
Luis de la Rosa
sábado, 19 de marzo de 2016
domingo, 13 de marzo de 2016
sábado, 5 de marzo de 2016
miércoles, 2 de marzo de 2016
Movimiento, palabras
Tapa
tu sentido de la vista
Para
que no te frenen las caras
Que
muestran en su mirar la imagen reflejada
De
lo que no te gusta en ellas.
Muévete
sin vista,
Solo
con el combustible del esfuerzo
Y
tanteando con tus manos en palabras
(Recórrelas
enteras con las palmas)
Para
así, tocando en sólido,
Dar
pasos seguros.
Cuélate
entre los espacios
Libres
que dejan los cantos pulidos
De
las ideas acrisoladas
(Pero
no, el tacto suave
Es
de pulir por dentro,
De
lijar lo áspero
Que
te habitaba, molesto,
Voluminoso,
Y
curarlo con años).
Haz
así el camino
Que
te saque del bosque de espejismos,
Del
campo magnético estéril.
Lo
visual solo te agarra
Si
te abandonas a la quietud.
Camina
por dentro de ti
Para
que se abra el camino de fuera.
©
Luis de la Rosa
sábado, 27 de febrero de 2016
domingo, 21 de febrero de 2016
lunes, 15 de febrero de 2016
jueves, 11 de febrero de 2016
sábado, 6 de febrero de 2016
martes, 2 de febrero de 2016
El cuerpo
Estudio de Miguel Ángel |
El cuerpo es ese
compañero traidor
Que, envolviéndonos
en sus corrupciones,
Será nuestro
homicida,
Nos hará saltar con
él del acantilado
Cuando lo haya
perdido todo.
Nos dicen no
servirle
Cuando él siempre
nos atrapará.
¿Pero no es él
quien en sus frutos enquistados
Y vertiginosos
pasadizos
(La imperfección de
su llanura)
Nos ofrece calores
de rapto?
¿Con el sí a sus
fluidos
Nos eleva como la
llama al aire?
¿Con su parasitismo
de la tierra,
Crea melodías
expansivas?
(También es el
orificio
Del arco
Por donde se nos
clavan las flechas duras de la tierra,
El hueco
Por donde nos
aprieta con frías manos)
Solo cabe un sí
articulado
Con nuestra máxima
humana habilidad
Para obtener el
mayor beneficio
Antes de la ley
natural.
Recuerda que eres
animal
Y la única
diferencia con otros
Es que se pedirá tu
conformidad
Para seguir el juego
a partir de un límite.
Pero en cualquier
caso, siempre perderás.
Antes de Ítaca,
solo nos queda la Odisea.
©
Luis de la Rosa
(del libro "La sombra de la tarde")
viernes, 29 de enero de 2016
domingo, 24 de enero de 2016
¡Oh, captcha, my captcha!
"O Captain! My Captain!"
Walt
Whitman
¡Oh,
captcha, my captcha!
Tu
turbia mirada
De
ojo de tuerto
Torva
se nos clava
Y
nos hace extraños
Como
un policía
Que
nos intimida:
"Espere
un momento,
Muestre
sus papeles".
Tus
letras filosas
Como
alambradas
Nos
cierran la puerta,
"Demuestra que no eres
Un robot", me espetas.
"Yo no tengo pruebas",
Contesto temblando.
Para demostrarlo
- Que eres un humano -
Deberás cumplir
Retos sobrehumanos:
En la luz borrosa
De la madrugada
O de anochecida
Fijar tu atención
En lúgubres cifras
Sobre un portal
- De puertas cerradas
Es lo que se trata -
O en letras borrachas
Que se tambalean
- Como a un descastado
Te van a tratar,
Que no habla el idioma,
Nuevo en la ciudad,
Que solo a las puertas
Puede saludar
O a ebrios que charlan
Sin articular
Al salir del bar -
¡Oh, captcha, my captcha!
¿No me reconoces?
Si ayer ya me viste,
Vine a saludar.
¿He de rebajarme
Siempre para entrar?
©
Luis de la Rosa
lunes, 18 de enero de 2016
No somos el tiempo; somos un tiempo.
No somos el tiempo;
somos un tiempo.
Eso significa que
haya muerte.
Y la muerte es la
piel de la vida.
Pero, ¿si fuéramos el tiempo podríamos
ser un tiempo?
—El tiempo
rebosando luz de un niño, por ejemplo—
¿No desaparecería
todo
—Color, emoción,
ilusión—
Como al alejar un
google map al máximo?
Sin embargo,
testigos como somos,
Creemos que una
cualidad de la vida
De la que el tiempo,
como un viento a unas hojas
Nos coloca enfrente,
Está delante,
esperando solo a que montemos
Desde nuestro pesado
vehículo de humanos
Para sentir sin
restricciones.
¡Y es tanto lo que
nos dice sin embargo
—El curso del sol,
las estaciones, la luz y sombra—
Que el tiempo —mudo
y expresivo—
Está hecho para ser
nuestro espectáculo,
Y que las obras
siempre echan el telón!
Pero nuestra
conciencia —infinita como el aire—
Se cree con derecho
a ese infinito
Que es el tiempo
Eterno.
El presente vivo
cree ser
El legítimo
propietario de la eternidad,
Como para hacerla
viva con su vida.
Como hemos
comprobado que ocurre
Algo diferente,
Hemos imaginado una
conciencia
Que efectivamente es
el tiempo
Y hemos terminado
nuestra ensoñación
Creyendo que sea
nuestra amiga
(Solo que en otro
lugar).
Las trabas de la
vida lograremos soltar,
Rescataremos el sol
de primavera
Y jugaremos con él
como un gatito
Todas las mañanas,
Y comprobaremos
entonces
Que el infierno,
probablemente,
Sería la eternidad
Y que una vida puede
llegar a ser perfecta
Sin necesidad de
llevárnosla en la maleta.
©
Luis de la Rosa
Tomado del libro "La sombra de la tarde"
miércoles, 13 de enero de 2016
La rutina
La rutina desmiente
la vida.
Parece que tiene más
derecho.
Es un ejército
De afiladas
identidades,
De luces de
interior,
De mañanas,
De tropas en
vagones,
Que se apuesta ante
ti
Para avasallarte
Cada día de guerra.
Quiere transformar
en sueño tus búsquedas interiores,
Exige la inspección
de todo tu cuerpo,
Sus manos médicas
te colocan una máscara anatómica,
Dan armadura de
ebriedad de mentira a tus palabras.
La rutina desmiente
la vida
Y le da un
sustitutivo
Que tiene su gracia.
Te da caldo de calor
humano,
Un hueco en el
inabarcable puzzle.
La rutina te
hipnotiza con su intensa
Sensación de
realidad.
Pero ¡atención!
La rutina es un
mando intermedio,
Un gritón mediocre.
A las demandas de la
vida
La rutina se aparta,
subalterna,
Y te abandona como
un falso amigo,
Y su ausencia es un
vacío inesperado
En el momento del
juicio.
©
Luis de la Rosa
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